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Personal | ¿Qué estaba haciendo el 09/11?

Sé que elegí un tema bastante extraño para retomar el blog, para los que no saben de qué va esto, les pongo un poco de contexto. Soy de Tijuana, ciudad que se encuentra en la línea fronteriza que divide México y Estados Unidos y aquí he permanecido desde que nací hace 28 años.

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Tijuana / foto de Internet

Pero a diferencia de la mayoría de los que viven aquí, no sé mucho inglés y hasta hace dos meses tuve mi visa, este documento bendito que te otorgan los gringos para ingresar a su país. Desde que me dieron la visa, solo he cruzado dos veces, y fue a comprar chucherías.

Les puedo decir que aún recuerdo cuando el tipo de cambio estaba a 1 dólar por 10 pesos, cursaba quinto año de primaria y teníamos una cadena de tiendas que todo sus productos estaban a un dólar o su equivalente en moneda nacional. Era un paraíso para los compradores compulsivos.

También en aquellos tiempos los menores de edad que no teníamos visa, podíamos ir a los paseos escolares al “otro lado” con un permiso especial que sacaba la escuela, fue por eso que fui unas dos veces a Disney y tal vez una al zoológico de San Diego.

Luego pasó el atentado del 11 de septiembre, tenía 11 años, y no solo no pude regresar al zoológico (que era el paseo que tenía programado la escuela para después de esa fecha), si no que el dólar comenzó a incrementar, ya no te alcanzaba para comprar tantas cosas en el Waldos (la tienda que todo te vendía a 10 pesos) y, me cuentan algunas personas, las revisiones en la línea estuvieron más severas.

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Garita de San Ysidro / foto de Internet

Esa mañana, como de costumbre, mi mamá encendió la radio para amenizar el arreglo personal, el locutor mencionó algo de un avión que chocó contra una “torre gemela”, para mis 11 años no tenía idea que existía el World Trade Center en New York y que eran dos torres juntas, las únicas torres que conocía eran las del Grand Hotel Tijuana que son un poco similares.

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Grand Hotel Tijuana / foto de Internet

Mi inocencia infantil recreó la imagen de una avioneta estrellándose en una de esas torres, y me fui a la escuela con la idea de que el accidente había sido local. Cuando entré al salón de clases, algunos compañeros comentaron que vieron las noticias por televisión y fueron testigos de las imágenes del atentado. Ahí descubrí que no había sido en Tijuana y la magnitud del accidente era mayor.

Después de clases, mi rutina habitual era encender la televisión para ver las caricaturas mientras hacía la tarea. Pero esa tarde no hubo caricaturas y me termine enterando de todo, durante toda la tarde vi una y otra vez la secuencia del avión que se va a acercando a una de las torres para impactarse en ella.

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Atentado del 09-11 / foto de Internet

Y ustedes, ¿recuerdan que estaban haciendo el 11 de septiembre de 2001? Les agradezco sus testimonios en los comentarios. ¡Hasta luego!

P. D. Luego les cuento sobre mi experiencia cruzando por primera vez a EU.

Reseña 0418 | Pedro Páramo

Pedro Páramo, Juan Rulfo (México,  1955) novela

132 páginas

 

“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal que lo haría, pues estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo” (íncipit).

 

 

Juan Rulfo, que su nombre completo es uno de los más largos que he conocido hasta ahora, fue un escritor mexicano reconocido por ser parte de la Generación del 52 o de Medio Siglo, grupo de artistas reconocidos por marcar precedente en la cultura de México en la época post-revolucionaria.

Rulfo se ha mantenido como uno de los grandes escritores mexicanos gracias a sus obras, que destacan por su escenario construido de postales de los campos rurales que abundan en el centro del país, mezclando la realidad con un poco de fantasía.

Pedro Páramo es un clásico de la literatura escrita en español, fue la primera novela que escribió Rulfo en la que dejó testimonio de la vida rural en México, y de una serie de situaciones sociales que se mantienen en el país.

El relato es narrado en partes por Juan Preciado, quien viaja a Comala -que en la vida real es un Pueblo Mágico ubicado en el estado de Jalisco en México- en busca de su padre, un tal Pedro Páramo.

 

 

Juan llega a este pueblo, que fue la última ubicación que tuvo su madre sobre el hombre que fue su padre, se topa con una serie de situaciones un tanto escalofriantes, mientras que la narración se intercarla con lo que podría ser la voz del propio Páramo.

Este libro llegó a mis manos luego de que intente leer Cóbraselo caro de Élmer Mendoza, que al parecer tiene gran influencia de este clásico literario. Con un poco de temor abrí las páginas de Pedro Páramo, creyendo que tal vez tampoco le iba a entender y se haría una cadena de libros que nada más no podía terminar de leer.

Para mi sorpresa, y afortunadamente, me gustó demasiado y si logre leerlo completo. Me intrigaba saber qué había pasado con Páramo y si realmente Juan podría encontrarse con él y hacer justicia al abandono que sufrió por su parte.

Es una obra ideal para conocer un poco la literatura que se produjo en México, durante el boom latinoamericano literario, y también para conocer la obra de Rulfo. Después de esto, no dude en adquirir el Llano en llamas, que tiene un corte similar, relatos que proyectan lo que quedó en los campos mexicanos después de la década de los 20.

Reseña 0318 | Yo, Díaz

Yo, Díaz, Pedro J. Fernández (México, 2017) novela histórica.

465 páginas

 

“Yo, José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, al que alguna vez llamaron Héroe del Dos de Abril y Benemérito de la Patria, otrora homenajeado y reconocido por las naciones del mundo y que gobernó a su pueblo más de treinta años, hoy no soy más que un cúmulo de arrugas, canas y recuerdos rancios condenado al desprecio de su pueblo” (íncipit).

 

Pedro J. Fernández, es un autor de la nueva generación de escritores y esta es su tercera novela que publica bajo un contexto histórico. Fernández es egresado de la Ingeniería en Computación y Electrónica por la Universidad Iberoamericana y fue en 2010 cuando abrió la cuenta de Twitter @DonPorfirioDiaz enfocada en divulgar la historia y cultura de México.

Los pecados de la familia Montejo y La última sombra del Imperio son las novelas históricas que publicó previamente a esta, hasta que en 2017 decide darle voz al personaje histórico, Porfirio Díaz, que le permitió captar un gran número de seguidores a través de las redes sociales.

Yo, Díaz, es una novela con contexto histórico que nos relata la vida del polémico mandatario mexicano que se mantuvo en el poder por tres décadas. El narrador es el mismo Díaz que en su lecho de muerte le relata a su esposa, Carmen Romero Rubio, lo que fue su vida.

En lo personal, una de mis épocas o momento favorito de la historia de México es la Revolución Mexicana, y de los personajes que más me generan interés está el general Porfirio Díaz. A mí este autor me engancho con su forma de manejar la cuenta de twitter del personaje, por lo que no dude en buscar esta novela y leerla.

Les cuento un poco sobre la dinámica que inició en redes sociales, en 2010 surgió en Twitter un boom de perfiles que simulaban ser personajes de la historia, no sólo de mi país, sino también de la historia universal. La cuenta @DonPorfirioDiaz jugó un poco con eso que se dice es la historia “oficial” y la que no se incluye en los libros de historia de la escuela.

Ahora en esta novela, Fernández nos regala la oportunidad de conocer un poco más sobre este personaje que por mucho tiempo ha sido tachado como un villano. Hace un recorrido completo por la vida de Díaz, que abarca desde su infancia y las distintas facetas que cumplió a lo largo de su vida, hasta llegar a su exilio del país luego de estallar el movimiento de la Revolución Mexicana.

Lejos de pretender cambiarnos la opinión sobre este personaje, la novela es rica en detalles importantes de algunos momentos históricos de los cuales fue protagonista, y que nos permiten conocer lo que hubo detrás de las decisiones que forjaron a nuestro país.

Fernández ha declarado recientemente, que está por publicarse su cuarta novela con contexto histórico, pero ahora abordara la vida de Agustín de Iturbide. Así que si es de su interés conocer un poco más sobre la historia de México y la vida de Porfirio Díaz, esta novela es un acercamiento muy recomendable con detalles que no encontraran en los libros de texto de la escuela.

Series | El amor en tiempos de Netflix y los finales cliché

Este domingo terminé la tercera temporada de LOVE y puedo afirmar que su final no me gustó, por lo que pretendo explicar en esta publicación las razones por las cuales no me sentí cómoda con el descenlace de la historia.
Primero, para los que no sepan, LOVE es una de las tantas producciones originales de la plataforma Netflix, que hace unas semanas estrenó su tercera -y parece que última- temporada.

Si no haz visto ni la primera ni la segunda temporada, tal vez esta publicación te arruine un poco la serie, una disculpa de antemano por eso.
De entrada, si la recomiendo y más la primera temporada que aborda las rupturas amorosas en estos tiempos modernos. LOVE nos presenta la historia de Mickey y Gus, que se conocen un día de la forma más casual posible.
Cada quien arrastrando a propios demonios, se enfrentan a esta situación de conocer a una persona nueva dentro de la catarsis que es terminar una relación, en ambos casos con situaciones tóxicas que los llevaban a sobrepasar sus límites.

Mickey es una chica independiente, que trabaja en una estación de radio y vive con una rommie recién llegada de Australia, Bertie, mientras que Gus es una chico nerd con una vida de ensueño, trabaja en un set de televisión y vive con su pareja en una modesta casa en Los Ángeles.
La realidad de cada quien se rompe y se encuentran en una gasolinera de esa ciudad, sobreviviendo al shock que es tratar de reconstruir sus vidas. Comienzan la aventura de combinar sus vidas, aunque sin la certeza de qué es exactamente lo que uno busca en el otro, o si es que hay algo por lo que vale la pena intentarlo.
Termina la primera temporada y Mickey decide afrontar sus adicciones y combatirlas, también piensa en ser una mejor versión de sí misma y aprovechar las nuevas oportunidades que le da la vida. Gus, por su parte, acepta que le gusta Mickey y la besa en el momento menos esperado.

Pasamos a la segunda temporada y la historia parece que comienza a “enderezarse”, vemos a Mickey pasando más tiempo con Gus, mientras cada quien intenta arreglar su vida personal y laboral, afrontando algunos retos de la mano, pero sin definir qué es lo que quiere uno del otro, hasta que en el último capítulo Mickey dice “Sí, ¿por qué no? Deberíamos intentarlo”.
La tercera temporada trata de eso, la relación. Como dos personas que al principio parecía imposible que estuvieran juntos, lo intentan y van acomodando sus vidas para que funcione.

Antes de terminar de afirmar que no me gustó el final para Mickey y Gus, quiero resaltar a Bertie, la australiana.
En esta temporada sobresale y su personaje toma fuerza dentro de la historia. Cuando la conocemos, es una chica temerosa pero curiosa por conocer el nuevo país al que llegó. Conoce a Mickey y respeta todo el caos que conlleva vivir bajo su mismo techo.
Bertie conoce a Gus, quien le presenta a sus amigos, entre ellos Randy, con quien inicia una relación en la que no queda muy claro quién es más beneficiado con la situación hasta la última temporada.
La revelación que experimenta Bertie es singular, la madurez con la que afronta que su pareja no es perfecta y no sólo aceptar que merece algo mejor, sino que toma eso que se merece, fue lo mejor de la temporada. Al final Bertie se queda con el alma un poco más ligera y encuentra un balance. Lo que me lleva a concluir, que todos debemos ser como Bertie.

Pasando a la incomodidad. El final feliz de Mickey y Gus. No me esperaba ese final, la verdad. Una parte de mí quería que Mickey saliera corriendo y dijera “No, esto no es para mí. Quiero estar sola”, pero no lo hizo y se quedó, conmovida por un nuevo Gus que surgió de una disputa familiar.

SPOILER ALERT

Ya no lean a partir de este párrafo, porque no me hago responsable de lo que pueda pasar.
En un impulso, Mickey y Gus deciden fugarse y casarse, en una playa, rodeados por sus amigos más cercanos. Algunos personajes se asoman a la trama principal, tratando de hacer reflexionar a la pareja sobre lo que están por hacer. Pero al final “triunfa” el amor y ellos terminan convertidos en marido y mujer, con el mar de fondo y una sonrisa en los labios.
Este final se asemeja mucho al cliché de historia de amor, del “vivieron felices por siempre”, resolviendo el conflicto principal con un remedio que deja la historia abierta a tantas posibilidades.
Antes de ver el final, leí en Twitter que alguien se quejaba con la frase “Gus no se merece a Mickey”, y es verdad. Mickey es complicada pero determinada con sus decisiones -menos en esa, en la que casi deja a Gus-, pero Gus siempre fue una persona temerosa que justificaba su indecisión en los problemas de los demás y eso es insoportable.

Tal vez la idea de dejarlos juntos, demasiado juntos, es un intento por darnos esperanza a los jóvenes de que a pesar de todo es posible consolidar una relación en la época actual, a pesar de tantas adversidades.
Pero al final Mickey cedió ante Gus, que anteriormente había intentado casarse con una novia de la Universidad. Mickey, por su parte, no había considerado tener esta experiencia y se mantenía independiente -aquí es donde detecto que tengo un problema con las relaciones amorosas convencionales en las series y películas-.
Hubiera preferido un final tipo La la land, en el que cada quien termina feliz siguiendo su plan original, manteniendose en su propio molde. #NoMásFinalesCliché

Reseña 0218 | El Libro de la Imaginación

El Libro de la Imaginación, selección de Edmundo Valadés (México, 1976) antología

274 páginas

 

“Esta antología propone al lector un viaje a portentos y prodigios imaginativos. Se han espigado más de cuatrocientos textos breves, en los que sus autores, de todos los tiempos, concretaron con precisión y brevedad admirables, agudezas, ficciones, epigramas… “, (íncipit).

 

Edmundo Valadés no solo fue un escritor sonorense, también fue promotor de su propio género, el cuento, y de la minificción en México y Latinoamérica. A la par, fue periodista en distintas publicaciones nacionales e incluso fue funcionario público dentro del sector cultural.

El Libro de la Imaginación es una antología que reúne textos breves y minificciones de autores que van desde Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Juan José Arreola, Salvador Elizondo, hasta Augusto Monterroso, Oscar Wilde, James Joyce y André Bretón, entre otros.

Para los amantes del cuento y la historia breve, esta compilación es la oportunidad de conocer a distintos representantes del género en una sola publicación. Incluye fragmentos de grandes obras como Los Cíclopes que es parte de Rayuela de Julio Cortázar o distintos capítulos de Las mil y una noches, que es una recopilación a su vez de cuentos y costumbres populares árabes.

La edición que tengo es de 2003, pero asumo que la compre entre 2008 y 2009, época en la que me volví admiradora del género de cuento. En aquellos años, hace una década, apenas comenzaba a acercarme a autores latinoamericanos.

Recuerdo que fue gracias a este libro que conocí a Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, y a mi gran favorito, Jorge Ibargüengoitia. También en este ejemplar me vine a encontrar el minicuento El Dinosaurio de Augusto Monterroso, que previo un cliente de la librería donde trabajaba me recomendó “leer”.

Los más de 400 textos están divididos en apartados, que son los temas en común que tienen cada cuento, empieza con enigmas y le sigue con sueños, fantasmas, amor, sobre mujeres, fantasía, milagros, hasta completar cerca de 250 páginas de puros cuentos.

La antología no se limita a mostrar obras de autores de habla hispana, incluye a varios escritores de todas las nacionalidades, incluyendo relatos muy populares pero que fueron firmados por una autor anónimo o desconocido.

Lo curioso fue cuando revisé de nuevo el libro para escribir esta reseña y noté que contiene  pocas plumas femeninas, si acaso solo encontré un par de escritoras en sus primeras 100 páginas. Tomando en cuenta el año en el que se realizó, puedo percibir un reflejo de la poca apertura y la poca confianza que se tenía hacia las escritoras que ya sobresalían en esa época.

Reseña 0118 | Ninguna eternidad como la mía

Ninguna eternidad como la mía, Ángeles Mastretta (México, 1999) novela

65 páginas

“Isabel Arango creció intensa y desatada como el olor del café. Había nacido un catorce de marzo, cerca de la estación de trenes de un puerto azul al que desembocaba el inmenso río Papaloapan”, (íncipit).

 

 

Ángeles Mastretta es mi escritora mexicana favorita, por eso esta es la tercera reseña que hago sobre una de sus obras en este espacio. Por lo que omitiré hablarles de ella, para quienes quieran saber más los invito a leer las reseñas que hice para Arráncame la vida y Mal de Amores.

 

Ninguna eternidad como la mía es una novela breve, pero intensa, que nos muestra una vez más a una mujer joven  que madura ante la encrucijada de elegir entre el amor o la pasión que mueve su vida: la danza.

Esta historia se centra en Isabel, una joven veracruzana que abandona su hogar por cumplir su sueño de estudiar danza en la capital, donde vive bajo la custodia de una mujer grande que es mitad cómplice mitad figura materna y se hace de un grupo de entrañables amigos.

Como sucede en la mayoría de las historias de Mastretta, el ingrediente primordial es el amor, solo que en esta ocasión el corazón de Isabel se divide entre el amor de Javier Corzas, un poeta emergente y telegrafista de oficio, y la pasión con la que la danza la hace vibrar y le da sentido a su existencia.

Es un texto breve, que bien podría ser una más de las historias de Mujeres de ojos grandes, por la combinación de temas del corazón y el empoderamiento que encuentra la protagonista en la tragedia amorosa.

Aunque hay partes en las que se nota la prisa de Mastretta por concluir la historia, – en donde echo de menos la narrativa detallada de las obras que he leído anteriormente- logra su objetivo de generar empatía por la protagonista y su mal de amores.

Una de mis metas personales es leer todas las obras de Mastretta, esta novela es de las menos comentadas y difícil de conseguir en su versión impresa, por lo que en cuanto tuve la oportunidad de hacerme de un ejemplar no dude en comprarlo.

La edición que tengo es de 2015 y la compré a través del portal de la librería El Péndulo, misma que recomiendo bastante por su amplio catálogo de obras de autoría mexicana.

Anteriormente había encontrado una compilación que incluía esta novela, Aura de Carlos Fuentes y El libro salvaje de Juan Villoro, editada por el Fondo de Cultura Económica en 2010 en una colección especial para acercar a los jóvenes a la literatura mexicana a través 18 obras breves, ejemplar que adquirí en El Grafógrafo.

Personal | Iba a ser blogger en 2017 pero me rompí la rodilla

Foto tomada por mi compañero Gustavo Suárez (si le dan click a la imagen podrán visitar su fanpage).

 

Mi primer blog lo abrí a los 16, o 17 años de edad.

Iba en la preparatoria y según la historia, que hace poco me recordó mi madre, decía que no me gustaba escribir y quería ser fotógrafa. Lo segundo lo mantuve hasta la mitad de la carrera.

Si nos vamos un poco atrás, cuando cursaba la secundaria, en algunos momentos de mi adolescencia dije que quería ser escritora y una tan famosa como J. K. Rowling, que en aquel entonces era mi escritora favorita.

Un poco más atrás, a los 10 años en los acostumbrados chismografos afirmaba que uno de mis pasatiempos favoritos era escribir.

Así que a los 16 años, una parte de mí, mentía.

Si me gustaba escribir, y mucho. Y todavía me gusta.

Antes de escribir esta entrada, inicié sesión en WordPress y me di cuenta que mi última publicación fue en agosto, hace cuatro meses.

Eso no significa que no haya leído ningún libro, que no haya visto nada sobre literatura o que no haya tenido nada importante que contar. Todo lo contrario, leí, vi y tenía muchas historias para contar -todavía las tengo guardadas por ahí-.

Sin embargo, tengo el trabajo de mis sueños.

Desde julio de 2015 trabajo para un diario local en Tijuana, como reportera. Motivo por el cual me ausento con regularidad de este espacio.

Desde agosto a la fecha, he tenido muchos pendientes -si mi Jefe llega a leer esto, tal vez no lo va a creer-, lo que ocasionó que la mitad de mi cerebro, al llegar a casa después de la jornada laboral, lo único que quería era ver series, leer y dormir.

Uno de mis propósitos de 2017 fue ser más constante en este espacio, e incluso subir material que no fuera exclusivo de libros y literatura. Más que nada, motivada por las historias que me toca conocer gracias a mi trabajo.

Pero fue en agosto cuando mi propósito se pausó e ingrese sin contratiempos a una etapa de bloqueo. Como dije, solo quería leer, ver series y descansar.

Ahora solo vengo a manifestar que aquí sigo, leyendo y pausando mis ganas de escribir. Sin hacer lista de propósitos, espero que el siguiente año pueda compartir más letras con ustedes a través de este medio y no dejarlo morir.

Para ustedes, no me queda más que desearles que lean excelentes libros, descubran historias interesantes, y si no lo tienen aún, consigan el empleo de sus sueños que no les deje tiempo para nada más que disfrutarlo.

 

Reseña 0417 | Uno siempre cambia al amor de su vida

Uno siempre cambia al amor de su vida, Amalia Andrade (Colombia, 2015) Narrativa e ilustración

200 páginas

 

“Nunca le he contado esto a nadie pero cargo a cuestas un amor no resuelto. Un amor silencioso y privado que ya no existe y que nadie supo que existió. Un amor que no acabé yo, que no se me acabó”, (íncipit).

 

 

Amalia Andrade es periodista, escritora e ilustradora de nacionalidad colombiana, se convirtió en un boom de la literatura contemporánea con esta obra que le permitió la entrada al mundo de las letras hispanoamericanas.

Uno siempre cambia al amor de su vidapor otro amor o por otra vida-, es un libro difícil de definir. Empezando por el género, consultando varios portales me enfrente a tantas opciones que no supe que poner en los datos básicos del libro. Hasta que le pregunte a una conocida, quien me orientó y ayudó a hallar la opción adecuada.

 

El libro es didáctico y se presta para que se considere como un libro de autoayuda. Aborda el tema universal de los corazones rotos y te da consejos de como sobrellevar lo mejor posible este tipo de “tragedias”.

También es de fácil lectura, me llevo una semana leerlo (o seis días), es ideal para un descanso entre dos lecturas pesadas. Bueno, yo lo leí entre Todos los días son nuestros y Mal de amores, realmente no sabía lo que estaba haciendo, pero igual me divertí durante su lectura.

Las ilustraciones, hechas a mano por la propia Amalia, se entremezclan con un texto que en primera persona nos habla de un mal de amores que la autora trae cargando todavía en el corazón.

Tiene comedia y sarcasmo, si vas de salida de una relación tal vez no te cause gracia gran parte del libro, por lo que te recomiendo cerrar el libro, guardarlo en un sitio seguro y pasados unos meses volver a intentar su lectura.

Si tu ruptura ya tiene más de un año, lo puedes leer con tranquilidad, pero recomiendo que no le tomes fotos a las partes que coinciden con tu historia, menos que las mandes al otro protagonista. Puede causar confusión y situaciones incómodas. Tampoco a la actual pareja de tu ex.

Incluye unos stickers muy curadas al final, hechos también a mano por la autora y que te pueden servir como un premio por superar con satisfacción cada una de las etapas de la ruptura que se detallan por capítulo en el libro.

Personal | Si yo fuera MUJER

Foto de Internet

 

En un día cualquiera mientras iba en el transporte público, sonó en la radio una voz masculina con marcado acento español entonando “si yo fuera mujer”, canción que enlista una serie de acciones que el cantautor idealiza que podría hacer si fuera una de nosotras.

“No es tan fácil, amigo”, pensé y luego hice una larga lista de los casos que han ocupado los titulares de los medios en las últimas semanas, donde la víctima es una mujer por el simple hecho de serlo.

La primera que me viene a la mente es Violeta, una chica tijuanense que se puso bajo el ojo público tras denunciar que fue objeto de acoso por parte de un médico de la localidad.

La comunidad se dividió, mientras una parte la apoyó y mostró la sororidad que merecía el caso, otra la juzgó y la desacreditó como víctima, -incluso mujeres-, lo que también puso sobre la mesa el nivel de normalización de la violencia que existe en la sociedad.

Luego pienso en Karen, una joven que se debate entre la vida y la muerte desde el pasado jueves, su pareja sentimental la quemó junto a su pequeño hijo de cuatro años en un arranque de celos, derivado de esto el 80% de su cuerpo sufrió quemaduras de tercer grado y el menor falleció al día siguiente al no soportar lesiones similares.

De inmediato la sociedad la señaló por estar relacionada con un hombre que frecuentaba las drogas, pues se cree que estaba intoxicado cuando sucedió el hecho, y les piden a las madres solteras prestar atención “con quien se relacionan sentimentalmente”.

¿Qué pasa cuando el agresor no tiene relación con su víctima? Entonces me acuerdo de Xitlalhi, la chica que vivía sola en Nayarit con su bebé de un año, la cual fue asesinada por uno de sus vecinos.

Fue juzgada por vivir sola, por optar ser independiente a sus 19 años y sacar adelante a su pequeño hijo, a la sociedad le preocupó más señalar el hecho de que era una mujer divorciada que el hecho que un desconocido irrumpió en su hogar y le quitó la vida.

Me viene también a la mente Valeria, la menor violada y asesinada por el conductor de una combi en el Estado de México, que al ser reportada como desaparecida por sus padres las autoridades pidieron que no se alarmaran porque “seguro se había ido con el novio”.

Una niña de 12 años, que viajaba de la escuela a su casa, que su padre subió al transporte público para protegerla de una presunta lluvia, fue hallada sin vida al día siguiente. No se fue con el novio, como atinaron a etiquetar las autoridades.

Poco después salió el caso de Iztel, una niña de 15 años que fue atacada por un desconocido en la Ciudad de México, ella salió con vida del ataque pero su agresor no, motivo por el cual las autoridades intentaron juzgarla como homicida hasta que el caso se hizo público.

Lo siento, Patxi Andion, no es fácil ser Mujer. No creo que haya sido más fácil a mitad de los 80 cuando esta canción -que queda lejos de ser un himno feminista- salió a la luz, que hoy.

No es fácil ser Mujer, ni en México donde sucedieron todas estas tragedias, ni en ninguna otra parte del mundo donde se replican casos similares o peores.

Hoy, si te matan, te violan o te golpean eres juzgada antes que tu agresor, igual si sufres acoso y te atreves a denunciarlo y hacerlo público. Por ser Mujer tienes más culpa, que quien decidió hacer de ti una víctima más.

Violeta fue juzgada por denunciar a su acosador, con quien se topó al buscar opciones para llevar una vida más saludable, porque ella tuvo la culpa al confiar en el médico, porque la normalización de la violencia le dictó en la conciencia “tal vez estás exagerando, tal vez no fue así”, hasta que lo exteriorizó y se reconoció como víctima de acoso.

Karen fue juzgada por no “fijarse” que tipo de persona era el hombre con quien mantenía una relación sentimental, dentro de la sociedad que también juzga a la mujer cuando es madre soltera y fracasa en el amor, porque una joven menor de 30 años no puede estar sin pareja, el hecho de dormir sin un hombre te resta importancia y más si tienes un hijo.

Xitlalhi fue juzgada por preferir estar sola, por sobrellevar un fracaso amoroso en compañía de su pequeño hijo, porque ser independiente no está permitido para las mujeres jóvenes, una joven necesita un hombre en casa para evitar que tu vecino entre a tu casa y te mate.

Valeria fue juzgada por ser adolescente, porque su desaparición sólo podría tener origen en una aventura amorosa, porque la sociedad omite que existen hombres violadores y asesinos escondidos en cualquier parte, nadie se preocupa por decirles que deben respetar la vida de otras personas, sobre todo de las mujeres con las que se topan en la vida.

Iztel fue juzgada por intentar sobrevivir a un ataque, por caminar sola, expuesta a que el hombre que quiera la someta con una arma y abuse de ella ante la mirada de decenas de personas, que por la normalización de la violencia se les hizo común que un adulto sostuviera relaciones sexuales con una niña debajo de un puente.

Ser mujer no es solo usar sostén, maquillarse y orinar sentada. Es también sortear toda clase de peligros que pueden terminar con tu vida, pasando antes por un torrente de prejuicios y estereotipos que lanza la sociedad sobre ti.

En serio, Patxi, no quieres ser mujer.

Reseña 0317 | Todos los días son nuestros

Todos los días son nuestros, Catalina Aguilar Mastretta (México, 2016) novela

249 páginas

 

“-¿Conoces a Emiliano Cervera?- ¿A cuál de todos?, porque hay varios. Conozoco al que dormía a mi lado con los ojos y los puños apretados como un niño. Al que se enterraba en mi pelo y me decía Mari, Mari, Mari, como una plegaria. A ése lo conozco, bueno, lo conocí, no sé del presente”, (íncipit).

 

 

Catalina Aguilar Mastretta, cineasta de profesión y escritora emergente, se coloca en las filas de la nueva generación de escritores mexicanos con ésta, su ópera primera literaria, luego de dos películas super cursis -la primera no la puedo ver más que una vez al año porque me hace llorar desde los créditos- .

Es la heredera mayor de dos grandes escritores mexicanos, lo que atrae al lector expectante por confirmar si escribe igual a él, o a ella, pero Catalina logra sobresalir y tener su propio estilo de escritura.

Todos los días son nuestros, es un drama con un poco de comedia sarcástica, una imagen contemporánea de cómo funciona el desamor en tiempos modernos, casi una guía de cómo sobrevivir a una ruptura sin salirte del “poquito” loca y convertirte en el clásico cliché de ex novia psicópata.

 

La historia es contada en primera persona por María, una crítica de cine que un día termina de una vez por todas su relación -la relación- de una década con Emiliano, el que podría ser el amor de su vida. A partir de ese momento nos enfrascamos en un análisis y recorrido de lo que vivieron y compartieron por diez años, desde la primera vez que se vieron, cuando eran adolescentes.

La trama está colocada en un contexto completamente contemporáneo. Puede ser mi historia, la historia de tu vecina, de tu mejor amiga o de esa compañera en la Universidad a la que casi-nunca le hablabas. Puede ser la historia de cualquier mujer que en sus veinte y tantos termina una relación de más de cinco años.

El lenguaje es sencillo, la historia es contada de una manera tan fresca y jovial, que podrías imaginarte en un café o en un bar con Maria a un lado de ti, bebida en la mano y contándote en vivo sus aventuras a lado de Emiliano y cómo sobrevivió a una ruptura de esa magnitud.

Sólo pasó que en un momento, supongo que de tanto escuchar las historias de amor y desamor de mis amigas, creí cómo iba a terminar la historia y viví decepcionada las últimas páginas, afortunadamente la escritora nos sorprende con un final muy pacífico.

 

Catalina en Tijuana

Leí esta novela en menos de un mes, a parte de que su composición es sencilla y de fácil lectura, porque Catalina Aguilar Mastretta vino a Tijuana, mi terruño, a presentarla.

Para esto debo contarles que no es la primera presentación a la que asisto de esta novela, es algo curioso que nos pasó a Gaby –Ventana Variable– y a una servidora.

Todos los días son nuestros tuvo su presentación en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara el pasado mes de noviembre y muy emocionadas fuimos a ver qué tal, más yo que tenía la promesa de conocer a su mamá, Ángeles Mastretta, quien estuvo en primera fila en la presentación de su hija.

No habíamos leído la novela de Catalina, a pesar de que durante toda nuestra estadía en Guadalajara veíamos el libro por todas partes, por mi parte no lo adquirí porque sabía que era un libro podía comprar a mi regreso a Tijuana.

Así que lo leí antes de su presentación en mi ciudad, Gaby también lo leyó y conocí a una blogger, amiga de Gaby, que también lo había leído recientemente.

Ahí estábamos las tres, muy puestas con nuestros respectivos ejemplares, muertas de emoción mientras las chicas de Señorita Lechuga hablaban de Catalina, sus películas y su primera novela, esa que teníamos en las manos.

Fue hasta que nos formamos en la fila de los autógrafos, cuando notamos que por casualidades del destino íbamos vestidas de azul las tres, al igual que la escritora.